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José Vila, 23 años buscando justicia

Cuando José, con toda la ilusión, compró la maquinaria para poner en marcha su pequeña panadería, nada presagiaba que ya estaba sentenciado.

Era 1996 y José Vila, lucense, se lanzó a abrir su panadería a través de la sociedad Repostería Vilas S.L. junto con su mujer.  “Tarta de Lugo” era un proyecto personal e ilusionante para fabricar y distribuir productos de repostería y que comenzaría dotando al local de la maquinaria necesaria para el buen funcionamiento del establecimiento.

Para ello compró la maquinaria de Huelmo Lugo, que por aquel entonces era representante de Salva Industrial. En concreto, un horno y batidora industriales con sus respectivos accesorios que cumplían, escrupulosamente según mostraban, todas las garantías y requisitos legales exigidos por las normativas europeas. Cerca de 4 millones de las antiguas pesetas, unos 24000 euros de hoy, el desembolso más grande de su negocio.

Llegaron al local desmontados, pero con un equipo de técnicos avalados y que daban servicio a la titular. Sin embargo, se encontraron con “una máquina defectuosa y mal instalada, con su documentación incompleta y sin ningún tipo de sello de garantía o documentación de la compra pese a haberlo pagado anticipadamente. Ese mismo día comenzaron las pruebas, pero el resultado de cocción no era siquiera el esperado” comenta Vila.

Al pasar días sin conseguir que dieran el resultado correcto, contactaron nuevamente con la empresa que les había vendido las máquinas, cuya respuesta fue que era culpa de los ingredientes.

A todo esto, ambas estaban en marcha y, para hacer viable el negocio, comenzaron a comercializar productos que no eran como ellos querían, teniendo quejas e incluso teniendo que rescindir el contrato con el proveedor de materias primas, con la consecuente consecuencia económica, casi millonaria.

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En 1999 y a la vista de todo el despropósito, pidieron que un agente externo hiciera una auditoría e informe del horno industrial, mostrando en el mismo que la instalación no había sido correcta. Con él, volvieron a contactar con Huelmo Lugo, quienes dijeron que debían ya contactar directamente con la empresa titular, Salva Industrial.

Tras ver el horno y detectar de manera certera los fallo, su director comercial se comprometió al cambio de aparato. “La ficha técnica de homologación, necesaria también para cumplir con los requisitos legales, se me envió a través de una carta notarial, pero para colmo no coincidía con la de la máquina pese a que nos exigían realizar obras para su instalación. Posteriormente, en otra carta notarial, reconocían los problemas del aparato y se comprometían a proceder a su cambio por otro nuevo (pasada ya la garantía ya que se adjuntaron dos informes técnicos que certifican el mal montaje y la incompatibilidad de sus piezas)” explica Vila.

Pasado el tiempo, ha sido la propia Salva Industrial quien se querelló contra José Vila por calumnias, sin embargo, la resolución de la misma dice que los mensajes enviados y publicados “no pueden ser calificados como una información destinada a formar opinión sino la expresión de una opinión o juicio de valor sobre la conducta de otro y sobre la experiencia vivida” se lee en el propio auto.

Durante todo este tiempo, certificadores se negaban a hacer el informe, las querellas se archivaban, los abogados acababan cometiendo incluso negligencias en las presentaciones de las denuncias…todo un despropósito por el que Vila sigue esperando, 23 años después, justicia.

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